Derecho

30 de agosto de 2024

Efectos de los cambios demográficos en el mercado de trabajo colombiano

Por: Juan Camilo Villar Otálora.

Históricamente la evolución de las variables demográficas ha sido extensamente estudiada y documentada por la teoría económica. No en vano, diversos modelos que buscan explicar el funcionamiento de los mercados incluyen aspectos relacionados con esta ciencia toda vez que se asume que la población es la base de cualquier economía. Así las cosas, comprender la composición y relevancia de la estructura demográfica es fundamental para un correcto entendimiento de la macroeconomía en su conjunto.

Para los efectos, es pertinente mencionar que los cambios en el tamaño poblacional son derivados de tres fenómenos que se dan de manera constante en el tiempo: los nacimientos, las defunciones y la migración. Asimismo, la estructura de la población, determinada por la transición demográfica y el envejecimiento, influye directamente en la distribución de los recursos, las decisiones de ahorro e inversión y en el crecimiento económico, el cual a su vez es un determinante del proceso demográfico.

En línea con lo anterior, y teniendo en cuenta que el tamaño, la estructura y las características demográficas de la población tienen impactos directos e indirectos en el comportamiento individual y agregado de la economía, es pertinente analizar los efectos que los recientes cambios demográficos experimentados y debidamente documentados podrían tener en el mercado de trabajo colombiano.

Para el caso, el análisis parte de la más reciente actualización de los datos de estadísticas vitales publicada por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), la cual muestra que en entre el 1º de enero y el 30 de abril 2024, el país registró una caída de -14,6% en los nacimientos y un incremento de 2,3% en las defunciones no fetales frente al mismo periodo del año inmediatamente anterior. En adición, se tendrán en cuenta dos tendencias a saber: de corto plazo y de largo plazo.

La Población en Edad de Trabajar (PET) y la Fuerza de Trabajo (FT) se constituyen como un canal por el cual los cambios demográficos afectan el mercado de trabajo de manera directa. Mientras que la PET mantuvo un crecimiento estable durante la última década, pasando de representar el 74,2% de la población total en 2013 al 77,5% en 2023, la FT se caracterizó por una alta variabilidad. En ese sentido, el crecimiento de la PET, que representa la presión demográfica en el mercado de trabajo, contrasta con la volatilidad de la FT, sobre todo en periodos de alto desempleo, por lo que, al menos en la tendencia de corto plazo, las variaciones de la FT se explican más por fluctuaciones cíclicas de la actividad económica que por las presiones demográficas.

Respecto a la participación y ocupación, la tendencia de corto plazo en el mercado de trabajo da cuenta de una serie de resultados ambiguos en la materia. Así las cosas, mientras que en diciembre de 2013 la Tasa General de Participación (TGP) fue de 67,6%, para el mismo mes de 2023 se situó en 63,8%, por otro lado para la Tasa de Ocupación (TO) los valores fueron de 61,8% en 2013 y 57,4% en 2023. Pese a lo anterior, ambos indicadores registraron en promedio una variación marginal pero positiva de 0,1 y 0,5 puntos porcentuales (pps), respectivamente.

Frente al grupo etario y el sexo, entre diciembre de 2013 y diciembre de 2023 la oferta de trabajo se concentró, principalmente, en individuos en un rango de edad entre 19 y 60 años. Además, pese a que la proporción de la PET fue mayor para las mujeres respecto a los hombres (77,3% Vs 75,1%), se evidenció una asimetría promedio de 2,5 pps que favoreció a los hombres en todos los grupos etarios comprendidos en dicho rango. Pese a lo anterior, es innegable que gran parte de las mejoras evidenciadas en la oferta de trabajo beneficiaron, en gran parte, a las mujeres en edad productiva.

Actualmente, en la estructura poblacional del país predomina la población joven, lo cual se conoce como bono demográfico. Esta ventana temporal que inició en el año 2002 y se espera finalice en el 2047, se constituye como una oportunidad manifiesta para aprovechar la mayor disponibilidad de la PET en el mercado de trabajo y de forma paralela, promover el ahorro y fortalecer el Sistema Social de Seguridad Integral (SSSI). En ese sentido, la formulación de políticas debe efectuarse teniendo en cuenta las principales potencialidades que ofrece este concepto.

Conforme a lo anterior, y teniendo en cuenta la brecha existente entre la oferta de trabajo calificada y la no calificada, que en su mayoría realiza actividades informales, la tendencia de largo plazo debe apuntar hacia la reducción de esta diferencia toda vez que en el 39,4% de los hogares el promedio de años de educación de los mayores de 15 años es menor a 9 años. Además, teniendo en cuenta que el 71,4% de los hogares tienen privación en el indicador de informalidad, mayores inversiones en los procesos de formación de capital humano son la clave para lograr tal propósito.

Por otro lado, los recientes avances tecnológicos como la Inteligencia Artificial deben acompañarse de una serie de lineamientos que exploten los beneficios asociados a la productividad abarcando una mayor inclusión de la PET. En ese sentido, contar con instituciones laborales solidas que implementen reglas flexibles de contratación y despido con políticas laborales activas y redes de protección amplias, contribuiría de manera significativa a transformar el mercado de trabajo sin sacrificar la cantidad de puestos de trabajo.

Finalmente, es importante dar una mirada al tema salarial y de aseguramiento. Para el caso, es pertinente mencionar que en Colombia el 18,8% de la población ocupada devenga un Salario Mínimo (SM) y que 10,5 millones de individuos que conforman dicha población gana menos de lo establecido por la ley. En ese sentido, la evidencia muestra que esta política, además de ser un instrumento no adecuado para combatir la pobreza, se constituye como una barrera de entrada al mercado de trabajo, por lo que sería importante proporcionar un debate técnico sobre su eliminación, diferenciación o regionalización en función del costo de vida.

En lo que al SSSI se refiere, la tendencia de largo plazo debería enfocarse en: (i) reformar de manera parcial el Sistema de Seguridad Social en Salud (SGSSS) conservando los principios fundamentales de la Ley 100 de 1993, unificando los beneficios entre los dos regímenes, eliminando las transferencias territoriales y estableciendo un fondo único de recursos financiado con impuestos generales, y (ii) modificando el Sistema General de Pensiones (SGP) ajustando las edades de pensión a la actual expectativa de vida, eliminando algunos de los beneficios que actualmente existen, garantizando una mayor cobertura de la población y una transición responsable hacía un nuevo modelo de ahorro, el cual debe ser sostenible en el largo plazo.