Derecho

28 de mayo de 2024

Productividad del trabajo y seguridad social en la era de la economía digital

Por: Juan Camilo Villar Otálora

La productividad del trabajo se constituye como un indicador económico de suma relevancia toda vez que proporciona información sobre la eficiencia y la calidad del capital humano en la generación de la producción en diversos contextos económicos y sociales. En ese sentido, la cuantificación del volumen de producción generado por unidad de trabajo se considera como una muy buena aproximación que da luces sobre los niveles de competitividad y de crecimiento de una economía en un momento determinado del tiempo.

Las primeras menciones al concepto de productividad del trabajo datan del Siglo XV en cabeza del mercantilismo y posteriormente, en el Siglo XVIII, con la idea fisiócrata sobre la división social del trabajo y su efecto sobre la productividad agrícola como eje de riqueza. Nociones más elaboradas sobre el concepto fueron desarrolladas por Adam Smith, para quien la división y especialización del factor trabajo conducen directamente a un aumento en su productividad y por ende en la producción.

En el Siglo XX, John Maynard Keynes abordó el concepto desde la demanda efectiva, argumentado que este principio es crucial para estimular la productividad. Por otro lado, Robert Solow destacó la relevancia del cambio tecnológico como motor de la productividad del trabajo en el largo plazo, mientras que, Gary Becker hizo lo propio con la inversión en educación. Finalmente, Paul Krugman asoció las mejoras den la productividad a variables como la tecnología, el capital humano y la política económica.

Ya en el Siglo XXI, los análisis de la productividad del trabajo se han realizado teniendo en cuenta el impacto de la tecnología. Para el caso, Erik Brynjolfsson y Andrew McAffe mostraron que la adopción de nuevas tecnologías por parte de las firmas incrementa de manera significativa la productividad del trabajo y reduce los costos de producción, pero a su vez también genera nuevos desafíos en términos de empleo, remuneración a los asalariados y en regulación del mercado.

Así las cosas, teniendo en cuenta que la era de la economía digital se ha insertado de manera permanente en el mercado de trabajo, y dada la existencia de una sinergia estrecha e intrínseca entre la productividad del trabajo y la seguridad social, es pertinente esbozar dicha relación en el marco de la innovación tecnológica, las nuevas condiciones laborales, la protección social económica integral y su respectiva medición y evaluación.

A nivel microeconómico, que las firmas incorporen esquemas de inteligencia artificial acompañados de una constante capacitación de la mano de obra, traería consigo una mejora en las condiciones laborales lo cual incrementaría el nivel de producción. Por lo anterior, la promoción e implementación de programas de seguridad social adecuados funge como condición necesaria para mantener la estabilidad de la mano de obra y mejorar su productividad y su eficiencia.  

Para que esta condición sea considerada como suficiente, de forma paralela se deben ejecutar estrategias asociadas a la gestión y el liderazgo en las que se implementen sistemas de retroalimentación continua que identifiquen áreas de mejora y de reconocimiento a la mano de obra. Así las cosas, programas de capacitación y de reentreno, apoyados por la seguridad social, permiten una mejor adaptación a cambios tecnológicos y económicos, manteniendo el nivel de productividad elevado.

A nivel macroeconómico, teniendo en cuenta que la protección social se constituye como un derecho fundamental que debe ser garantizado por el Estado, y que para su cumplimiento las autoridades fiscales deben destinar un volumen de recursos, medidos como proporción del Producto Interno Bruto (PIB), para su financiación, incorporar tecnologías basadas en inteligencia artificial permitiría una recopilación y un análisis de información más preciso,  lo cual conllevaría a una focalización eficiente del gasto público en materia de protección social reduciendo la presión fiscal derivada de esta obligación.

Asimismo, y teniendo en cuenta que los ingresos tributarios se constituyen como una cuantía significativa del total de los ingresos de la nación, cada vez más autoridades fiscales han implementado el uso de la inteligencia artificial con el fin de reducir la evasión y elusión impositiva. Así las cosas, y con el propósito de ayudar a que los agentes cumplan de manera voluntaria con sus obligaciones, se han dispuesto diversas herramientas interactivas para su uso. Asimismo, de manera progresiva se ha avanzado en el uso de técnicas como el big data y en la puesta en marcha de diversos programas de fiscalización.

Más allá de las ventajas de la economía digital, también existen una serie de desafíos asociados a la protección social que las autoridades fiscales deberán atender. Para el caso, el Fondo Monetario Internacional (2024) estima que el 40,0% de los empleos se verán afectados por la inteligencia artificial por lo que las actuales políticas de protección social deberán modificarse a efectos de garantizar el mayor estado de bienestar posible mediante el establecimiento de una Renta Básica Universal (RBU), seguros de desempleo adecuados, programas de reentrenamiento para la mano de obra y de reducción de brechas digitales.