Derecho

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12 de marzo de 2025

¿Qué sabemos sobre el impacto del movimiento sindical en el mercado de trabajo? Un debate económico con información incompleta

Por: Juan Camilo Villar Otálora

El sindicalismo tiene sus orígenes en el marco de la Revolución Industrial del Siglo XVIII, cuando la transformación de los procesos productivos trajo consigo condiciones laborales precarias y una creciente demanda de protección y derechos para los trabajadores. En el Siglo XIX, surgieron las primeras agrupaciones que buscaron organizarse a efectos de enfrentar jornadas extenuantes y salarios bajos. Durante el siglo XX, los sindicatos se consolidaron como actores clave en la negociación colectiva y en la lucha por los derechos laborales, logrando importantes avances asociados con la jornada de trabajo, sus condiciones y la instauración de sistemas de seguridad social.

Para el caso colombiano, las raíces del movimiento sindical datan del Siglo XIX con la fundación de la Sociedad de Artesanos de Bogotá en 1847. Sin embargo, fue hasta el siglo XX cuando estas organizaciones comenzaron a consolidarse, especialmente con la fundación en 1923 y 1935 de la Sociedad Unión Obrera (SUO) y la Confederación Sindical de Trabajadores (CSIT), hoy conocidas como Unión Sindical Obrera (USO) y Confederación de Trabajadores de Colombia (CTC). Posteriormente, en 1979 y 1986, se crean la Confederación General del Trabajo (CGT) y la Central Unitaria de Trabajadores de Colombia (CUT).

Con la expedición de la Constitución Política de 1991, específicamente los artículos 38 y 39, se respalda el derecho sindical y el derecho colectivo del trabajo. Esto, aunado al principio del Estado Social de Derecho, le dio a la naciente Corte Constitucional las condiciones para modificar las relaciones entre patronos y sindicatos mediante las figuras de la acción de tutela y la acción de inconstitucionalidad. Además, y teniendo en cuenta lo dispuesto por el Código Sustantivo del Trabajo (CST), las sentencias de la Corte y los convenios suscritos ante la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el papel de este movimiento es crucial para garantizar condiciones justas para los trabajadores.

Actualmente, aunque su presencia no es tan fuerte como en las décadas de 1960 y 1970, su rol sigue teniendo un alto impacto en sectores económicos tales como administración pública, salud, educación y en las industrias dedicadas a la explotación de minas y canteras. Y es que según datos de la OIT, Colombia cuenta aproximadamente con 6.000 sindicatos. Sin embargo, el porcentaje de afiliación sindical es apenas del 4,6% de la población clasificada como ocupada asalariada. Estos datos contrastan con los de países de la región como Argentina, Chile y Brasil quienes ostentan tasas de afiliación del orden del 27,7%, 17,1% y 13,0%, respectivamente.

Más allá de las cifras presentadas con anterioridad, son pocos los estudios que en el país se han dado a la tarea de investigar el desempeño y el impacto que este movimiento, como actor económico, tiene sobre el mercado de trabajo. Para comprender a fondo este tema, es fundamental analizar la relación entre la actuación de los sindicatos y sus efectos en variables asociadas al mercado de trabajo y de la seguridad social, así como en la afiliación sindical, el nivel de los salarios, las ganancias de las firmas, la distribución del ingreso, la productividad, entre otras más que, por la poca o casi que inexistente información al respecto, dificultan su estudio.

La poca evidencia empírica recaudada a nivel país, parece ir en la misma dirección de la abundante literatura existente a nivel internacional sobre el efecto de los sindicatos en el nivel de los salarios. Independientemente de la perspectiva de análisis y de la metodología empleada, el patrón común es que trabajadores en igualdad de condiciones enfrentan diferenciales salariales que favorecen a aquellos que hacen parte de un movimiento sindical. En ese orden de ideas, este diferencial obtenido por los empleados sindicalizados sería política y socialmente deseable, si quienes se benefician son aquellos con un menor nivel educativo, o que pertenecen a hogares más pobres.

Puntualmente, Cuesta (2005) encuentra que este diferencial oscila entre el 3,0% y el 5,0% del salario mensual y entre el 15,0% y el 16,0% del salario por hora. Cuando analiza el impacto en el sector privado, el diferencial salarial se incrementa y oscila entre el 22,0% y el 27,0% del salario mensual y entre el 52,0% y 56,0% del salario por hora. Además muestra que que el 4,0% de la desigualdad en los salarios se explica por la presencia de los sindicatos y, a diferencia de los hallazgos encontrados para otros países, el movimiento sindical en Colombia ha contribuido de manera negativa a mejorar la distribución del ingreso.

Al analizar los determinantes de la participación sindical, Guataquí, Rodríguez y García (2009) encuentran que los individuos de sexo masculino, con mayor escolaridad o experiencia, tienen una mayor probabilidad de pertenecer a un movimiento sindical. Además, concluyen que ser empleado público u obrero, desempeñarse en una firma de tamaño mediano o grande, y tener un contrato a término indefinido tienen efectos directos y positivos sobre esta probabilidad. Finalmente, recalcan que la edad juega un rol determinante en la probabilidad de pertenecer a un sindicato, más allá del resto de características socioeconómicas propias de los trabajadores. Más allá de presentar un muy breve resumen acerca del surgimiento, la evolución y las características de los movimientos sindicales, el propósito de esta nota es incentivar al estudio de estas organizaciones como un actor económico clave en las dinámicas del mercado de trabajo tanto a nivel sectorial como agregado. Aunque las tasas de afiliación sindical en Colombia son bajas, y dado el poco conocimiento disponible y actual, proporcionar insumos técnicos que den cuenta del impacto de estos movimientos sobre las decisiones de los trabajadores y las firmas, así como de la economía en general, es clave a efectos de establecer recomendaciones de política basadas en evidencia.